Como siempre, los grandes se van demasiado pronto y hoy la moda cierra el día con una partida que se adelanta en exceso. La creadora L’Wren Scott ha decidido hoy acabar con su vida y la moda se siente un poquito más huérfana.
La altísima diseñadora fue una niña feliz adoptada por una familia de mormones de Utah que encontraba en cambiarse de ropa hasta cinco veces al día en su forma de expresarse. Aprendió pronto a coser y regalaba a sus amigas vestidos para las muñecas confeccionados por ella misma y se puso a los 14 años sus primeros zapatos de tacón. Practicó el balet hasta que fue demasiado alta para dedicarse a ello, acudía al cine siempre que podía y, hambrienta de cultura visitaba todos los museos que podía.
A los 17 años, alentada por el fotógrafo Bruce Weber, quien descubrió sus largas piernas cuando estaba explorando para una sesión de Calvin Klein, se fue de casa y cambió su nombre de Luann Bambrough por el llamativo L’ Wren.
En París trabajó para los más exigentes clientes como el fotógrafo Guy Bourdin y los mejores diseñadores como Karl Lagerfeld. A comienzos de 1990 trabajaba como estilista en California y a finales de esa década ya había sido nombrada primera directora de estilo de los Oscar vistiendo a personajes como Penélope Cruz y Sarah Jessica Parker. Según Christina Hendricks, otra cliente fiel. «la ropa de L’ Wren te hace sentir como una sexy pin -up, una dama sofisticada y una estrella del rock a la vez. Ella diseña pensando en cómo las mujeres quieren verse y en lo que los hombres quieren ver».
Aunque canceló su último desfile en febrero porque la ropa no estaba lista, su negocio parecía ser próspero. Planeaba el lanzamiento de un perfume, basado en rosas de color malva que cultivaba en el castillo francés que compartía con Jagger y le gustaba señalar que podía vestir a todo tipo de mujeres (no sólo a celebrities de talla 34).
Poco antes de Navidad colaboró con Banana Republic para diseñar una colección cápsula con sus chaquetas de punto con lentejuelas a una décima parte de su precio normal. Un último acto de generosidad para alguien que en apariencia tenía todo lo que quería pero ha decidido detener su camino.
©Fashion Telegraph