Seda, gasa, lentejuelas, glamour… y denuncias. Esa es la realidad de Dolce & Gabbana en estos momentos.
La semana pasada saltaba la noticia: los diseñadores italianos eran investigados por Hacienda y la Policía Fiscal y se les declaraba culpables de un delito de evasión de impuestos que les podría condenar a 1 año y 8 meses de cárcel. Cuatrocientos millones de euros sería la cantidad que podrían haber «desviado» de sus obligaciones fiscales.
Ejerciendo su derecho al pataleo, los creadores adquirieron páginas de publicidad en los principales periódicos del país, La Repubblica y Corriere della Sera, para defenderse de lo que, según ellos, es una injusta acusación y para informar de que durante 3 días cerrarían todos los locales que tenían en la ciudad (boutiques, cafés y restaurantes). Bajo el título «Cerrado por indignación» los escaparates de todos sus negocio exhibían su carta en los escaparates. Asimismo el comunicado recordaba a las autoridades milanesas los puestos de trabajo que han creado y la promoción internacional que su marca ha hecho de la ciudad y del país.
Por el momento podrían verse obligados a pagar una suma de 343,3 millones de euros de multa ante lo que la pareja se lamenta que tendrían que clausurar su actividad definitivamente. «No vamos a permitir ser crucificados como ladrones, porque no lo somos», dijo Gabbana. «¿Cómo podemos aceptar que se nos tache de evasores de impuestos de marca? Somos buena gente, vivimos en Italia y pagamos impuestos en Italia. No pretendemos vivir en el extranjero.»
¿Cómo acabará esta historia de policías y ladrones? De momento Santo Versace (hermano de Donatella y presidente de la firma) y Anna dello Russo les han mostrado su apoyo per el Ayuntamiento de Milán ha declarado que no cederá espacios públicos para «quienes estuvieran acusados de evasión fiscal» durante la próxima Semana de la Moda femenina que se celebrará en septiembre y el concejar de comercio ha dejado claro que «Italia no necesita ser representado internacionalmente por gente como esta.»
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