En los años 90 Benetton destacó por publicar algunas de las campañas más polémicas. Sexualidad, lucha de razas, religión, economía… Se tocaban todos los palos y todo era juzgado, ironizado y criticado.

Hoy los dedos acusadores apuntan hacia American Apparel, quien con su última campaña, tan controvertida y provocadora como las anterioes, está alterando las conciencias de los consumidores (en vez de las cifras de ventas) y más concretamente de la ASA (Advertising Standards Authority) la agencia británica de control de la publicidad.

Y es que la moral británica entiende que para mostrar colecciones, diseños y propuestas de moda no son necesarias las adolescentes en actitudes obscenas, los semi desnudos o las posturas infantiles y actitudes excesivamente sensuales a las que ya nos tiene acostumbrados la marca.

Desde American Apparel ya ha declarado que todas sus modelos son mayores de edad y que fueron presentadas en la revista Vice, una publicación alternativa destinada a «un público maduro, seguidor de la moda de vanguardia» y que, aunque acatan la decisión de la ASA, «no alterarán su estética publicitaria que ya es ainternacionalmente por sus valores artísticos y sociales «.

Está claro que esta sólo es una batalla más de una larga guerra.

Nosotros os proponemos un debate. ¿Hasta dónde llegan los límites de la publicidad? ¿Vale todo en lo que se refiere a creatividad publicitaria?  ¿Dónde termina lo original y empieza lo burdo y lo recurrente? ¿No debería tomarse como lo que es, una herramienta ingeniosa, en vez de buscarle una intención más retorcida?

 

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