Hasta hace unas tres semanas el nombre de Malene Birger no me decía nada, pero cuando estuve en la tienda de Les Jalouses -esa venta especial de la que os hablé recientemente- me llamaron la atención dos vestidos de noche en seda satinada. En la etiqueta leí Malene Birger. Desde entonces, llevo días viendo este nombre en publicidades en internet, en una web tras otra. Tenía que investigar qué firma era ésta.
Malene Birger es el nombre de una diseñadora danesa que se propone ofrecer un lujo asequible añadiendo un punto artístico a prendas de un clasicismo contemporáneo. Desde que empezara en 2003 hasta hoy, MB ha conseguido abrirse camino en 42 países. Birger no sólo es la directora creativa de la firma, sino que es quien diseña las campañas, define la identidad de la marca y todo su universo estético.
Una peculiaridad es que presenta sus colecciones prêt-à-porter cuatro veces al año, además de accesorios. Su última colección, la de otoño-invierno 2011/ 2012 presentaba una dualidad, la femenino-masculina. Había looks de determinada esencia femenina, romántica y delicada, mientras que otra parte jugaba a la androginia, con prendas robadas descaradamente del armario masculino (americanas, abrigos, pantalones, sombreros). Cortes decididos y depurados, siluetas estudiadas y mezcla de texturas daban unidad al conjunto. Los colores, como nos tienen acostumbrados los escandinavos, sobrios: una paleta basada blanco, beige, negro, gris.
No os despistéis que Malene Birger -a decir por el despliegue de publicidad- está empezando la conquista del sur de Europa.
