Sucedió en París (2). Sin Alexander y sin John

McQueen lució en todo su esplendor sin Alexander y fue gracias a Sarah Burton que calmó todos los ánimos dejando claro que el ADN de la casa está intacto. Las reinas de las nieves pasearon con paso firmo como vetidas por la barita mágica del difunto diseñador. Una colección, fiel al gusto de McQueen, de figura ultra femeninas de un blanco reluciente con el que apenas rivalizó un espeso negro, ciertas notas de gris y un malva, como excepción. Los últimos ocho looks fueron los de las reinas medievales de hielo y un par de reinas de las sombras. Unos detalles recordaban el medievo -corazas- y otras al mejor Chanel de Alta Costura. Gracias, Miss Burton, por revivir el mejor McQueen.

La despedida de Galliano sin su presencia se hizo tras una defensa de los valores y pilares de la maison Dior, los mismos que quieren defender tras seis décadas, como expresó Sidney Toledano al principio del desfile sin mencionar al ya ex director creativo. Un largo desfile de 62 salidas donde hubo tiempo de ver todo tipo de tejidos muy ricos en todas las combinaciones posibles. Gasas, satenes mezclados con tweed, terciopelo, volantes, algo de encaje, cuellos o puños de piel que también cubría abrigos. Lazadas, botonaduras en chaquetas decimonónicas, otras de corte años setenta… Y el final, blanco: el de las transparecias de los vestidos de nífulas, y el de las batas del equipo del aterlier. Un tributo a los que siempre han estado con el hilván y lo seguirán estando.

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