

Esta semana en España se ha vivido un acontecimiento de malestar ciudadano por razones de carácter político-económico por la situación por la que está pasando el país. Se ha visto y sentido intensamente aquí, pero también fuera de nuestras fronteras, donde españoles expatriados y simpatizantes con la causa se han movilizado para mostrar su apoyo a los ‘indignados’. Muchos han recurrido a alguna proclama de mayo del 68 para expresar su posición. De hecho, el otro día leía en la Plaza de Sol un pancarta que rezaba: «Seamos realistas: pidamos lo imposible».
Sin querer banalizar ningún movimiento reivindicativo o revolucionario, me he puesto a pensar en que muchos de estos fenómenos tienen un denominador común en lo que respecto a su estética. Si nos remontamos en el tiempo, los sans-coulottes se convirtieron en un importante elemento de fuerza durante la Revolución francesa, fueron quienes tomaron la Bastilla y asaltaron el palacio de las Tullerías. El nombre de sans-coulottes («sin calzones») evoca el modo en el que vestía este grupo social, como era costumbre en el siglo XVIII, al tiempo que identificaba a los exaltados contra el Antiguo Régimen.
También en Francia, el Mayo del 68 se fraguó cuando los estudiantes se lanzaron a las calles para protestar contra la sociedad de consumo a lo que se sumaban el descontento por los primeros síntomas de deterioro económico, visibles en el aumento del paro y que afectaban particularmente a los jóvenes y obreros. Si pensamos en estos estudiantes, nos suele venir a la cabeza la imagen de aquellos intelectuales de jersey negro de cuello vuelto y americana de tejido grueso. En el libro de ‘Historia de la moda del siglo XX’ de la editorial Könemann señalan otro modo de vestir de entonces: «los jóvenes más comprometidos políticamente vestían vaqueros y parca, al igual que los ídolos de la música folk americana Bob Dylan, Arlo Guthrie o Joan Baez».




Durante el año 1968, hubo movilizaciones en otros mucho países como en Yugoslavia, España, México o la Primavera de Praga. Para crearnos una imagen más clara de todo esto podemos recurrir a las fotografías del checo Josef Koudelka.



La juventud sin miedo…