Continuo con el relato de largometrajes que conforman, no sólo mi imaginario, sino creo que el de parte de mi generación. A las películas que he ido citando el fin de semana se suman dos grandes sobre la mafia: ‘El padrino’ y ‘Los Intocables de Eliot Ness’. De ‘Il Padrino’ me quedo sobre todo con la primera parte que es, obviamente, la primera que vi y se grabó en mi retina por la escena costumbrista de la boda de Michael Corleone en Italia y el asesinato brutal de Santino ‘Sonny’ Corleone. Para muchos, la mafia italiana es tal y como la retrató Francis Ford Coppola y la vistió Anna Hill Johnstone.

En esta temática de las películas sobre criminales y corrupciones, ‘Los Intocables de Eliot Ness’ nos dejó claro cómo eran los ganster y nos perfiló una época en que los chalecos eran al hombre lo mismo que el pantalón.

Dejando de lado las historias de violencia, con ‘Dirty Dancing’ aprendimos a bailar siguiendo los pasos que Patrick Swayze alias Johnny le enseñaba a una tímida y torpe a ‘Baby’, interpretada por Jennifer Grey. Este film quedará para siempre asociado a la camisa blanca anudada por encima de la cintura, a la ropa negra ajustada del profesor de baile y el vestido blanco de Baby en la escena final.

Otro vestido blanco para recordar y también al final de la película, el de Kim (Winona Ryder) en ‘Eduardo Manostijeras’. Y de ésta también nos ha quedado la huella de la imagen gótica de un Frankenstein moderno, Edward, cuyo cuerpo son una serie de cinturones de cuero. Una imagen que, aunque temible, resulta tierna. Probablemente, sean las películas de Tim Burton algunas de las que más han calado en mí.

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