

Lo más moderno hoy es lo antiguo. Algo así decía un artículo del S Moda del sábado pasado. Lo mismo que constataba ayer en una óptica de la capital, cuando una de sus socias me comentaba que lo que viene son las gafas de metal como las que lucían los miopes a principios del siglo pasado. El caso es que Miuccia, la gran madonna intelectual de la moda que todo lo sabe, presentaba hace diez días en uno de los desfiles más comentados hasta hoy, el de Prada Hombre para el invierno de 2012, al nuevo hombre moderno.


El caballero de levita, pantalón planchado con raya, doble botonadura, abrigo con cinturón, raya diplomática, cuello de astracán… Hombres al estilo eduardiano. Todo con una mirada irónica porque visto con lupa y desde cerca es un juego de formas empleando materiales más contemporáneos, o al menos unos cuantos -como el vaquero, por ejemplo- que en su momento no tenían como fin prendas que se veían en Prada.

Todo este ejercicio de sastrería historicista como «parodia del poder masculino», explicaba Miuccia a Style.com entre bambalinas. Un ejercicio de estilo sorprendente.

Por si este despliegue fuera poco, la italiana se guardaba un as en la manga: un ramillete de caballeros del siglo XXI digno de la mejor película: Gary Oldman, Adrien Brody, Willem Dafoe, Jamie Bell, Emile Hirsch. Prada es capaz de superarse en la forma y en el fondo.




