

La suya es una de esas vidas que da envidia. De una belleza indudable, Lee Miller (1907-1977) era una modelo que empezó a hacer sus pinitos en la fotografía siendo modelo de algunos de los mejores fotógrafos del siglo XX, como Horst, Steichen o Hoyningen-Huene. Pero no se conformaba. Así que en el año 1926 estudió Arte en Nueva York y poco después, viajó a París donde se convirtió en modelo y también amante de Man Ray. Durante esa época, en un París efervescente, estuvo en contacto con el movimiento surrealista y su precursores. Abre allí un estudio fotográfico.
En 1932 regresa a la gran manzana donde establece otra galería. Poco después, se casa con un millonario egipcio se mudan a El Cairo y Lee se dedica a viajar por la zona y fotografiar los paisajes. Pero Miller vuelve a París, conoce a su segundo marido, Roland Penrose, y juntos marchan a Inglaterra (1939). Allí sus fotografías aparecieron en las páginas de Vogue durante los años anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, aun más destacable fue su labor como corresponsal de guerra para el ejército norteamericano en varios frentes, los de Alemania, Bélgica y Francia. Y es que, así como en la vida, en las imágenes de Lee Miller no todo eran rosas, sino que su objetivo captó la crudeza y los desastres de la contienda, como los cadáveres en el campo de concentración de Buchenwald.

