Marc Jacobs es uno de esos creativos que se renueva cada temporada pero cuya esencia permanece intacta. Aunque dé un giro de 180 grados aún sigue siendo él, la ropa goza de un sello inconfundible y pienso: lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a jugar en una nueva colección llena de frescura, divertida.
Sus propuestas para esta Primavera/ Verano son sobre todo coloristas. Mujeres salidas de un film de los 70 que parecen inspiradas en la jovencita Jodie Foster de Taxi Driver -una tendencia fuerte de esta primavera- por las grandes pamelas y el corte de algunas prendas.
Jacobs demuestra tener, temporada tras temporada, un buen dominio de la paleta de color. Esta vez se ha decantado por los tonos cálidos de naranja y rojo, además de gamas de distinta intesidad de ocre, fucsia, granate, berenjena… En tejidos brillantes como el satén o ligeros y fluidos como la gasa de seda. Una profusión de prendas, en largos y cortos, unas con aires orientales (en sus cortes o por los cinturones atados al estilo obi), otras de estilo más americano, como el cuello halter. La colección es un juego de extremos: por un lado, los cortos reducidos a la mínima expresión, y por otro lado, el largo hasta el suelo en vestidos vaporosos. Aunque también hubo algún largo a media pierna: el de unos vestidos de punto en línea zig-zag como el icónico tejido de la casa Missoni. Marc dejó hueco para vestidos voluminosos y maxi mangas. Pero lo más llamativo fue el brote de flores gigantes coronando cabezas o looks.
Un desfile que emanaba el hedonismo de la década de los 70 para vivir el verano -aparquemos junto con el invierno, la crisis- en toda su intensidad.