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Los colores pálidos como las azucaradas tonalidades de la costa Sur de los Estados Unidos -léase Miami- han sido el punto de partida del último desfile, el de la colección primavera/ verano 2012, de Jonathan Saunders. Tonos como el melocotón del atardecer, el azul del cielo o del agua de una piscina, los cítricos como las frutas, y algunos decolorados como por el efecto del sol, el caso de algunos rosas y naranjas. Una paleta amplia y aún así coherente.

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Para las formas recurrió a una visión de la mujer propia de los años 50, felices años en los que se vestía de colores y no se escatimaba en metros de tela. Partiendo de esta idea recuperaba su dialéctica entre lo remilgado y lo provocativo en su búsqueda de una esencia ultrafemenina. En su catálogo de prendas se pudieron ver vestidos de verano, otros estilo pichi, camisolas, pijamas, chaquetas de aire masculino y faldas que se alargaban en un estilo muy fifties hasta justo debajo de la rodilla.

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Haciendo honor al estilo que le ha hecho famoso, Saunders ha cuidado con mimo los estampados, inspirados en el mándala -diagramas simbólicos del hinduismo y el budismo-. También se ha esmerado en la mezcla cromática que redundaba en un sutil efecto de difuminado. El verano no tiene por qué ser de estampados marinero, cuadros vichy o flores campestres. Gracias, Saunders, por demostrarlo.

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El escocés continua su camino marcando un estilo único, original y muy estético que le diferencia de los diseñadores de su generación y, en mi opinión, le sitúa muy por encima de la mayoría.

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