Escena de la canción Summer Nights.

Sigo en modo ‘remember’. De entre esas películas de las que hablaba ayer que me marcaron de pequeña, está, por supuesto, ‘Grease’. La historia de amor entre Danny Zuko, el chico duro del intituto, y Sandy Olsen, la alumna nueva, buena y mojigata, nos gustaba a todas las niñas sin excepción. Nos aprendimos las letras de las canciones -que entonábamos sin apenas saberlas pronunciar- y todos los bailes para los que mareábamos a nuestros hermanos para que nos dieran la réplica. Los looks de esta película están en la retina de todos: las faldas con vuelo, los vestidos de la dulce Sandy, las chupas de cuero de los ‘T’ Birds, las cazadoras rosas de las Pink Ladies, los calcetines blancos de Danny y los ultra pitillos de la «nueva» Sandy del final.

Un poco más mayor, vi ‘Amadeus’, impresionante despliegue de decoración y vestuario del siglo XVIII, levitas de seda bordadas, ellos, y faldas imposibles para ellas, pelucas para todos. Estos films de época hacían soñar… Jugaba con la idea de ser actriz tan sólo para poder enfundarme un vestido de los de corsé con sedas y encajes. Otra película con vestimentas de siglos esplendorosos, ‘Entrevista con el vampiro’. La historia del vampiro Louis, sus aventuras y desventuras, así como su enfrentamiento con el maléfico Lestat nos atrajo al principio por sus protagonistas masculinos.

Amadeus.

Entrevista con el vampiro.

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