

Si hay un fotógrafo que me ha atrapado en el último año, ése ha sido Jacques Henri Lartigue. Hace tiempo buscando imágenes de algún otro fotógrafo me encontré con una imagen de Lartigue y empecé a investigar sobre él. A lo poco meses, por casulidad, en el CaixaForum de Madrid montaron una exposición sobre él: Un mundo flotante, que aún estáis a tiempo de ver porque permanecerá abierta hasta el 19 de junio.

Lartigue tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia adinerada porque siendo un niño ya disponía de una cámara de fotos -su padre se la compró cuando Henri tenía ocho años-. Desde entonces, no paró de fotografiar todo lo que se le presentará delante de los ojos o del objetivo. Así pues, el archivo fotográfico que creó a lo largo de su vida supone un reflejo de la forma de vivir de una generación que descubrió la moda, el deporte y las carreras de coches.




Lartigue estaba obsesionado con el movimiento, por eso en sus imágenes se ve a personas jugando, saltando, divirtiéndose… y por supuesto, el movimiento de los coches. En sus fotografías, siempre sobresale la alegría, de ahí que se denominara «el fotógrafo de la felicidad», además de por ser el cronista de una época y una clase social despreocupadas. También se dedicó a la fotografía de moda, de hecho, su primer libro, ‘Diary of a Century’ lo publicó en colaboración con Richard Avedon.

