Inglaterra es una de las capitales de la moda. Es además la cuna del bien vestir masculino, el estilo british representado en el traje perfecto, el pañuelo en el bolsillo de la chaqueta, los zapatos Oxford… Y así podríamos prolongar el relato. Pero Londres es también patria de un excentricismo estético sin parangón. El marco puede ser cualquier y hasta Ascot ha llegado.
Una de las carreras más famosas, publicadas y clásicas del mundo se ha visto, en los últimos años, amenazada por los estilismos de dudoso gusto, cada vez más kitsch. Los sombreros, imposibles; los vestidos, más y más cortos. Hasta tal punto ha llegado que este año, en el hipódromo Roya Ascot ayer contaban con la presencia de «policías de la moda». Una serie de agentes polularon durante la jornada armados con fulares y corbatas para que ellos asistentes que no cumplieran con la etiqueta protocolaria. Y es que las mujeres que asisten han de llevar el vestido o la falda con un «largo modesto», lo que significa que el largo tiene que llegar a la rodilla o por debajo, y sus hombros han de estar cubiertos.
Para los aficionados de género masculino, la etiqueta consiste en llevar traje y corbata en las tribunas. Bueno, y los sombreros para ellas, comedidos. Aún así, se vio un poco de todo. ¿Qué sería de Ascot sin un poco de exageración?
