En un post de la pasada primavera, para ser exactos, del 15 de abril, os hablaba de una de las jóvenes promesas con más potencial en el panorama de la moda francesa. ¿Nombre y apellidos? Maxime Simoëns, quien ya había recibido el apoyo de Vogue Paris en un amplio reportaje que compartía con otros compañeros de profesión y con futuro. Pues Maxime se estrenaba la semana pasada en la siempre difícil Semana de la Alta Costura. Difícil porque hay que mantener unos estándares que no se piden en el prêt-à-porter, es decir, que hay que estar a la altura. Además, que en esta pasarela uno se codea con avezados creadores.
Con el títul0 sugerente de Nosferatu, Simoëns presentó su colección de alta costura para el otoño/ invierno 2011/ 2012. Pero la fantasía no tiñó la pasarela, ésta es una colección real. Predominó su simetría habitual subrayada por los parches de diferentes tejidos que jugueteaban a revolverse en dobleces. Aunque lo irreal no estuvo presente, la sombra de Nosferatu se sintió en las piezas de estilo más gótico: negro dominante, cortes, languidez y un guiño a través de un cuello decimonónico. Aparte del negro, se decantó por el granate y beige.
Algunos detalles animaron la colección, como las voluminosas hombreras compuestas por varias capas de plumas. En cambio, las chaquetas que acompañaban los trajes sastre y los abrigos, lo más soso. Podrían convertirse en hits unos cuantos vestidos, sobre todo, los que están aderezados con cuentas colgantes que parecen los cristales-lágrima de una lámpara de araña.
Un ejercicio de coherencia -simetría Simoens en todas las raciones- aunque le ha faltado arriesgar en la que es la pasarela idónea para hacerlo y hacer soñar.
